Andy Murray derrota a Djokovic

Lo que parecía un imposible, una verdadera quimera cuando arrancó el año y Novak Djokovic seguía obteniendo un título tras otro, gobernando de forma tiránica, ocurrió. El serbio, completamente diluido en la segunda mitad del curso, cedió, cedió y cedió en estos últimos meses hasta que su opositor más firme, Andy Murray, le desbancó definitivamente en el trono del tenis mundial. El escocés, de 29 años, se convirtió en el nuevo número uno y terminó así con un mandato que se extendía desde el 1 de julio de 2014, cuando Nole tomó por primera vez el bastón de mando e inició una de las etapas más autoritarias que se recuerdan en la era moderna. Este sábado, a Murray no le hizo siquiera falta empuñar la raqueta, puesto que Milos Raonic no pudo comparecer en las semifinales de París-Bercy por una lesión.

 El escocés, por tanto, obtuvo el último requisito necesario para derrocar a Djokovic y este domingo (15.00, M+ Dep2) disputará la final del último Masters 1.000 de la temporada contra el gigantón John Isner (6-4 y 6-3 a Marin Cilic). Se confirmó de este modo el golpe de estado del británico, a quien el calendario no le permite recrearse en exceso, puesto que a corto plazo, en apenas dos semanas, tendrá que consolidar el nuevo estatus en la Copa de Maestros (del 13 al 20 de noviembre). A tenor de los visto este año, especialmente en la segunda mitad del curso, Murray es un dignísimo acreedor a ocupar la cima del circuito. Mientras Djokovic ha ido desinflándose, él ha ido creciendo sin parar. Desde que elevase su segundo título en Wimbledon, en julio, ha firmado una secuencia devastadora, con 45 triunfos en 48 compromisos –18 de ellos consecutivos–, y seis trofeos en ocho torneos disputados. Tan solo se le resistieron Cincinnati (Cilic), el US Open (Kei Nishikori) y la Copa Davis (Juan Martín del Potro). El resto del camino describió una línea abrumadora de regularidad, de un poder emergente que constata el cambio de orden y abre un periodo atractivo.

 El número uno supone el mejor broche para un 2016 que nunca olvidará. A comienzos de año Murray fue por primera vez padre, luego se reencontró con la gloria de un Grand Slam en el All England Tennis Club y en agosto se hizo con el oro olímpico en los Juegos de Río, portando en la ceremonia inaugural la bandera británica. Y durante todos estos meses, una muestra tras otra de que si había alguien que pudiera arrebatarle el mando a Djokovic era él, un tenista de lo más completo, al que tan solo le faltaba un pequeño salto sobre tierra batida para dominar todas las superficies y un equilibrio emocional que ha ido adquiriendo con la madurez.

Comentarios